Treinta de junio, cinco de la tarde, 33 gradazos sobre el asfalto parisien y pistoletazo de salida a los soldes d'été. Reconozco que nunca he sido amiga íntima de las rebajas (y menos en verano). Me parece el periodo del año más tortuoso e improductivo para comprar trapos. Puede ser que mi aversión venga de mi carencia casi total de esa cualidad que algunas deberían incluir en sus CV ("ojo de lince en la caza del chollo" o también conocidas como "marichollos"), o
que mi paciencia no pasa las pruebas de