Moda, arte, lujo y... ¡rebajas!

Treinta de junio, cinco de la tarde, 33 gradazos sobre el asfalto parisien y pistoletazo de salida a los soldes d'été. Reconozco que nunca he sido amiga íntima de las rebajas (y menos en verano). Me parece el periodo del año más tortuoso e improductivo para comprar trapos. Puede ser que mi aversión venga de mi carencia casi total de esa cualidad que algunas deberían incluir en sus CV ("ojo de lince en la caza del chollo" o también conocidas como "marichollos"), o

que mi paciencia no pasa las pruebas de
"lucha a muerte por el trapo soñado en condiciones de masificación" o "santo Job en la cola del probador". Lo siento, pero eso no es para mí.

Pero, ¿qué le voy a hacer? Estamos en París, mes amis, capital de la moda mundial. Y si hay que ir de rebajas para integrarse aún más con la city, no seré yo la que ponga pegas… La verdad es que ir de compras en esta ciudad es tan peligroso como correr un rally con la A en la luna de atrás. Las tiendas, los escaparates, el ambiente… todo emana un chicismo que incita al deporte de la “tarjeta al viento”. Así que allí me encontraba yo, de la mano de mi incitador a la compra número uno (maldito principito vestido de Diesel), en el barrio de la Ópera. Concentración por metro cuadrado de tiendas “mírame-y-no-me-toques” incalculable. Allí está Dior, y ahí Prada… por aquí huele a Chanel y Chloé me ha mirado, ¡lo juro! Caminar por las calles no es saludable a estas horas, y el olor a Chanel se desvirtúa muchísimo con este Lorenzo… Por lo que la mejor opción es optar por el siempre socorrido gran almacén. Y sin que eso suponga ninguna pérdida de glamour, mi modesto piececillo vestido de Zara se debate entre un clásico (las “innombrables” Galerías Lafayette) y una apuesta segura (el coloso Printemps). Sí, amigos, allí estaba yo, cumpliendo el sueño de todo amante del arte del Shopping: entrar en esta mole de lujo, firmas y haute couture en su primer día de rebajas. Y rebajas de las buenas… aquí puedes encontrar miles de gangas al 50% o 60%! Desde vestidos hasta gafas de sol, desde jeans hasta joyería exclusiva. Y no tan fuera de tu alcance si de verdad eres un fashion victim. Mis únicas pretensiones de compra (siendo buena niña y atendiendo solo a necesidades) se centraban en encontrar unos zapatos de verano. Gracias a que tengo una maleta perdida en dios sabe dónde con todas mis sandalias y zapatos, la compra estaba justificada… (a veces no hay mal que por bien no venga). Y no es que no sea capaz de pasar el verano con mis botas militares (no sería el primero, ni el último), pero es que tienen una planta de unos tropecientos metros cuadrados SOLO con calzado… no me lo voy a perder J. Es matemáticamente imposible no encontrar algo que te guste, poco probable que no te encante, y casi un 50% seguro que te enamores hasta pensar en empeñar la cadena de la comunión… Y aunque ya sabemos que hay amores imposibles (sandalias romanas con hebillas hasta la rodilla de Chanel, 960 euros… rebajadas, ¿eh?) , siempre se puede rascar algo asequible ;).

El amante de la moda acabará borracho de placer, y el del arte no tendrá menos satisfacciones. Otra de las excusas para dejarte caer por esta fuente de pecado y lujo, es sin duda la belleza del edificio. Las galerías Lafayette no podían tener mejor escenario que un maravilloso edificio Art Nouveau de finales del siglo XIX, con el corazón de hierro y alma de cristal típicos de la época y del estilo. Y pensar que todo empezó en 1893, cuando dos primos decidieron montar una tienda de moda en el número 1 de la calle Lafayette… En poco tiempo ya poseían todo el edificio hasta que en 1905 el gran imperio aumentaba con los números 38, 40 y 42 del boulevard Haussmann y el 15 de la calle Chaussée d’Antin.

¿Que si me gustaron las rebajas? Zapatos y dos bolsos. Hasta aquí puedo leer.